La historia de la obesidad es antigua y se remonta por lo menos a la edad de piedra, aunque el significado de esta condición ha variado por influencia de muchos factores. Durante esa época el hombre primitivo basaba su alimentación principalmente en frutas, verduras e insectos y la forma de prepararlos era asados, cocidos o al vapor, y por supuesto no existía la comida industrializada rica en grasa y azúcares refinados, por lo que prácticamente no había personas con obesidad.
Sin embargo, se han encontrado estatuas de piedra con redondez excesiva. Una de éstas es la Venus de Willendorf, de hace casi 25 mil años; otra es la figura de una mujer embarazada considerada diosa de la maternidad, con exceso de tejido adiposo en muslos y abdomen. Ambas se exhiben en el Museo de Historia Natural de Viena.
Hipócrates pregonaba las virtudes de una vida sana en un ambiente saludable y aconsejaba: “hay que comer con moderación, trabajar tenazmente y beber vino”; en otro de sus textos afirmaba: “la muerte súbita es más común en gordos que en delgados”; y también decía que “la obesidad era causa de infertilidad en las mujeres y de alteración en la frecuencia de las menstruaciones”. Recomendaba a las personas obesas que deseaban perder peso “realizar un trabajo intenso antes de comer y comer solamente después de realizar un gran esfuerzo”.
Hoy en día, el desarrollo tecnológico y la influencia de la publicidad en los medios masivos de comunicación influyen en el tipo de alimentación de la sociedad, favoreciendo el consumo excesivo por un lado de alimentos ricos en grasa y azúcares refinados y por el otro limitando la ingesta de verduras, frutas, cereales integrales y leguminosas.