El Parkinson suele presentarse en personas de más de 60 años, aunque puede surgir a edades menores. Afecta a las neuronas dopaminérgicas, que son las que producen la dopamina. Este neurotransmisor (sustancia química del cerebro) participa en el control de los movimientos, un hecho que explica que los síntomas sean los temblores en las manos y las piernas, la rigidez del cuerpo, los movimientos lentos y los problemas de coordinación. A medida que la enfermedad avanza genera problemas para dormir, masticar y hablar.
En primera instancia, el equipo la Universidad de Munich y la Universidad de Newcastle investigó el ADN de las neuronas del cerebro de personas con esta enfermedad. Su objetivo fue detectar qué genes cambian su patrón de actividad cuando el mal de Parkinson se desencadena. De esta manera, dieron con el gen de la Piridoxal quinasa.
A continuación, los investigadores evaluaron este gen en 2.800 personas sanas y en 1200 individuos con Parkinson. Al hacerlo, descubrieron una variante del gen de la Piridoxal quinasa que aumenta el riesgo de desarrollar esta patología.
EL GEN DE LA CUESTIÓN
El gen de la Piridoxal quinasa regula la producción de una enzima llamada, justamente, Piridoxal quinasa. Este agente químico se encarga de convertir la vitamina B6 que llega con los alimentos en una forma activa que es indispensable para la producción de la dopamina, el neurotransmisor que explica los síntomas de la enfermedad de Parkinson.
Los científicos encontraron que las personas con el gen que incluye la variante peligrosa suelen presentar una modificación en la cantidad o en el nivel de actividad de la Piridoxal quinasa en su cerebro.
Matthias Elstner, de la Universidad de Munich, concluyó: «Nuestro estudio muestra que los factores genéticos y ambientales interactúan en la génesis del mal de Parkinson. Estos hallazgos podrían servir para desarrollar terapias más individualizadas para las personas que desarrollan esta patología«.
Fuente: Prensa libre