Cuidados y consejos sobre el pie diabético


pieLa Diabetes Mellitus, que suele denominarse simplemente “diabetes”, consiste en una disfunción del organismo ante la incapacidad de utilizar el azúcar como fuente de energía. Ocupa uno de los primeros lugares entre las causas de mortalidad de la humanidad moderna, así como enfermedades cardiovasculares, oncológicas y el SIDA.

Con la obtención de insulina por Banting y Besten 1921 se logró un aumento en el promedio de vida de pacientes diabéticos (de 45 años a 65 años), factor que nos comporta al mismo tiempo un aumento en la frecuencia y la diversidad de patologías podológicas en este tipo de pacientes, cuyas lesiones constituyen la causa fundamental de la invalidez, por ser los órganos de los pies los menos atendidos, a pesar de sufrir todo tipo de traumatismos y estar más alejados del resto de los órganos del cuerpo. Así pues, nos encontramos con pacientes con falta de atención, siendo ellos descuidados o bien que su estado físico no les permita cuidarse, y precisamente los pies de personas con diabetes necesitan atención especial, para ello se debe tener presente la figura del podólogo para prevenir y curar.

El pie del diabético debe considerarse un pie de riesgo, ya que es más susceptible de padecer determinados tipos de lesiones ya sean intrínsecas o extrínsecas. En un número apreciable de diabéticos crónicos aparecen en sus pies lesiones caracterizadas por trastornos tróficos de la piel y de la arquitectura osteo-articular, que terminan con alta frecuencia en lesiones necróticas o infecciosas.

Las necrosis y las lesiones tróficas de los pies constituyen una complicación frecuente y a veces grave en los diabéticos. Estas alteraciones son el origen de intensos sufrimientos, larga permanencia en cama y, a menudo de importantes pérdidas de sectores anatómicos de los miembros inferiores o cambios definitivos en su función. Por otra parte traen una seria descompensación del estado metabólico y humoral, que incluso pueden poner en peligro la vida del enfermo.

En general, las lesiones necróticas se atribuyen a la isquemia de los tejidos por obliteraciones arteriales, ocurre en un 30% de los casos, así como a la neuropatía diabética cuya frecuencia excede del 60% de los enfermos portadores de esta afección.

A parte del factor vascular y neuropático, que son considerados responsables en primera línea de estas lesiones, también podemos agregar el factor infeccioso, que rara vez falta en algún momento de la evolución del pie diabético.

Varios elementos conforman la clínica del pie diabético, no suelen darse de forma aislada, y cada uno de ellos empeorará el pronóstico.

a) VASCULOPATÍA: Afecta a grandes vasos o a arteriolas , siendo este último caso microangiopatía diabética. Los grandes vasos son afectados normalmente por: hipercolesterinemia, hipertensión arterial y tabaco. Los pequeños vasos son afectados generalmente por constante aumento de hiperglicemia, por trastornos metabólicos en la íntima del vaso que van cerrando su luz.

b) NEUROPATÍA: los nervios, que nos ponen en contacto con el medio exterior nos informan de la temperatura, del dolor… pero si se atrofian dejan de mandarnos información. Esta atrofia es debida a dos factores fundamentales:
– Microangiopatía: los pequeños capilares que deben irrigar a los nervios dejan de hacerlo y se isquemian estos nervios.
– Desmineralización de los nervios debido a la hiperglicemia constante. Todo ello conlleva a trastornos en la sensibilidad.

Aunque la diabetes se encuentre bien compensada el diabético se comporta frente a la infección de maneras diferentes que en una persona no diabética. Es más susceptible a la misma. La diabetes facilita a que aparezca la infección. Se piensa que la glucosa favorece el desarrollo de las bacterias. Por otra parte existe un trastorno e el metabolismo tisular, estando reducidas sus medidas defensivas por la sobrecarga de glucosa.

Entre infección y diabetes mellitus existe una marcada reciprocidad. La infección deteriora el control de la diabetes mientras que la descompensación metabólica hace al paciente más propenso a la misma. La mayoría de diabéticos de larga evolución están inmunológicamente deprimidos.

Como es bien conocido las ulceraciones del pie en pacientes diabéticos se asocian a presiones excesivas en el pie.
La neuropatía diabética sensomotora afecta principalmente al pie y conduce a una atrofia muscular, dedos en garra, deformidad en cabezas metatarsales y una disminución en la percepción del dolor y propiocepción.
Consecuentemente las presiones elevadas en el pie se sitúan bajo las cabezas metatarsales, especialmente en lugares de ulceraciones previas. La presencia de presiones excesivas en el pie diabético sin sensibilidad supone un factor de riesgo para la ulceración del pie.

En los pacientes con diabetes debemos educarlos acerca de sus cuidados para conseguir una buena profilaxis:
1. Informar al paciente de la importancia del cuidado de sus pies

2. Examinarse los pies diariamente, por lesiones que pueden pasar desapercibidas debido a trastornos de su sensibilidad.

3. Lavado diario: Jabón-gel pH ácido. Agua tibia o fría. Durante 5-10 minutos.
El jabón-gel debe ser ácido para resguardar de posibles gérmenes saprófitos que están en la piel. El agua debe ser tibia o fría porque corren el riesgo de quemarse debido a la hiposensibilidad. La duración del lavado
debe ser de 5-10 minutos para evitar que se arrugue la piel y se macere y produzca lesiones o erosiones.

4. Buen secado de sus pies por contacto y no por fricción para no lesionar. El pie es una zona húmeda de por sí; donde hay humedad puede haber microorganismos capaces de provocar infecciones. Si no hay un buen
secado aumentamos esta humedad.

5. Hidratación de la piel: después de un buen lavado y buen secado debe utilizarse una crema hidratante. La diabetes en sí y el uso de insulina hace que se reseque la piel. Una piel reseca es más fácil que se rompa frente a pequeñas agresiones. Es válido el uso de cualquier crema hidratante doméstica ya que todas llevan una lanolina.

6. El corte de las uñas debe ser recto de tal manera que sobresalga la lámina ungueal 1-2 milímetros por delante del pulpejo.

7. Prohibido andar descalzo.

8. Avisar del cuidado que debe tener ante focos de calor para evitar quemaduras. No dormir con bolsas de agua caliente ni utilizar esterilla eléctrica.

9. Ejercicio físico: según la edad del paciente y de su estado físico se recomendarán los ejercicios que debe realizar. Para quemar azúcar, grasas, necesitarán menos insulina y haremos prevención a nivel de arteriopatías
obliterantes.

10. Dejar de fumar ya que el tabaco provoca enfermedades respiratorias y es producto de colesterol y aumenta las arteriopatías.

11. Uso de las prendas a vestir. Evitar prendas excesivamente apretadas (fajas, calcetines, ligueros, musleras, tobilleras…) para evitar el efecto torniquete. Las prendas de vestir deben ser de fibras naturales para ayudar a la transpiración. Si tienen trastornos de sudoración que se cambien las medias/calcetines varias veces al día. El calzado debe ser ancho, cómodo, con un poco de tacón (5cm) de piel, con cordones o velcro. Que el paciente meta la mano dentro del calzado por si hay algún cosido que provoque hiperpresión. Que compre los zapatos después de caminar un tiempo por si hay edema. Que se lleve las plantillas, siliconas, demás prótesis, etc. A la hora de comprar el calzado.

12. Acudir periódicamente a la consulta podológica. Evitaran el autotratamiento por varias razones:
a) es difícil hacérselo uno mismo
b) si hay retinopatía tendrán limitada la visión
c) por su ignorancia frente a las distintas lesiones que puedan tener.

El podólogo debe educar, motivar y animar al paciente frente a su enfermedad y a lo que ésta conlleva. Debe recurrir a cualquier alternativa podológica destinada a recuperar y/o mantener aquellas funciones que aún
permanecen sanas.

El podólogo debe hacer una buena elección de materiales en el momento de confeccionar un soporte plantar, silicona o cualquier tipo de ortesis, y evitar la hipercorrección sobretodo en puntos conflictivos como por ejemplo debe abrazar bien la apófisis estiloides.
El tratamiento estará dirigido a los polos fundamentales del paciente:
– necrótico, infeccioso local: limpiar la lesión, desinfectar y descargarla o protegerla.
– arterial: micro, macrovascular. Tener en cuenta la isquemia que puede presentar el enfermo.
– neurológico: es posible que el paciente no tenga sensibilidad en algunas zonas de la extremidad, por lo que puede darse ulceraciones.
– ortopédico: tener en cuenta el tipo de material que utilizamos y el diseño que confeccionamos, puesto que es posible que no haya sensibilidad en determinadas zonas del pie y provoque úlceras.
Utilizaremos materiales blandos, capaces de amortiguar, elásticos… Va encaminado a proteger, prevenir, curar y compensar, y sobretodo corregir desequilibrios reductibles y distribuir correctamente las presiones.

Podemos hablar de diabetes desde 1500 A.C. hasta la actualidad, por lo que es una enfermedad de gran antigüedad. Existen distintos tipos de diabetes, aunque la que más debe preocuparle al podólogo es la Diabetes Mellitus, puesto que las lesiones que puedan provocarse repercutirán en las extremidades inferiores, lo que nosotros conocemos como “pie diabético”.

Las personas que padecen esta enfermedad endo-metabólica deben prestarle total atención. Un factor importante que nunca debe dejarse de lado es la higiene, y en esta enfermedad aún deberá controlarse más, puesto que padecen un elevado riesgo de infecciones. Además la glucosa favorece el desarrollo de las bacterias.

También es importante la pérdida de sensibilidad que tienen ya que un simple roce puede convertirse en una úlcera.

Cabe destacar que hay doctores como Ariel Rocca Villalba y Daniel Machin Torres que defienden que el pie diabético es más frecuente en el sexo masculino, aunque también hay doctores como David Grinfeld, Jeorge Salvioli y Roberto Castelleta que defienden que el pie diabético se da por igual en ambos sexos.

En cierto modo podemos decir que también influye en la diabetes la raza del individuo, ya que la más propensa a tener lesiones más graves es la judía. Esto se debe a la consanguinidad y los hábitos alimentarios, ya que sus costumbres no favorecen las necesidades de las personas diabéticas.

El pie diabético debe ser una señal de alerta para el podólogo, ya que está considerado como un pie de elevado riesgo. Esta enfermedad provoca diversas patologías en nuestro organismo. Es muy fácil encontrar una úlcera en un pie diabético, puesto que hay gran falta de sensibilidad e isquemia.

El podólogo tiene un papel importante de cara a este tipo de pacientes, ya que a parte de curar, tiene una función también muy importante que es la de prevenir las lesiones y educar al paciente a la vez que informar bien al paciente de la enfermedad que padece y a cerca de los cuidados y hábitos que cumplir estrictamente.
Información recogida de la pagina Centre estudis del peu Martín Rueda, S.L.

Fuente: Luna Serena

 

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