Investigaciones realizadas por científicos de la Universidad de Chicago y dadas a conocer en el Encuentro de Biología Experimental celebrado en Nueva Orleans, demuestran que tener un sueño intermitente o dormir mal, puede dificultar el control neuroendocrino del apetito, haciendo que aumente la resistencia a la insulina y la aparición de sobrepeso, ambos factores son muy influyentes en la aparición de la diabetes tipo 2.
Otra investigación realizada por la Universidad Morgan State, en Baltimore, realizada en ratas y dirigida por Michael Koban, ha hallado que la privación crónica del sueño, favorece la intolerancia a la glucosa.
En la realización de la investigación, se mantuvieron despiertos durante 20 o 24 horas a las ratas y después se mandaban a estas a sus jaulas para que pudiesen dormir. Se descubrió que los animales que estaban privados del sueño, incrementaban su apetito. Otro grupo de roedores las cuales podían dormir el tiempo que quisiesen, se observó que comían bastante menos que los otros roedores.
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