Alimentos genéticamente modificados o transgénicos


alimentos geneticamente modificados
Desde hace miles de años el hombre trata de crear nuevas plantas en un intento por obtener otras variedades, mayor producción y de mejor calidad.

Hoy en día se cuenta con las técnicas conocidas como ingeniería genética con las cuales se logra manipular la información genética que contienen con el objetivo de:

– Crear resistencia a las plagas haciendo que las mismas plantas produzcan sustancias que impidan a las larvas de los insectos destruir las cosechas, y de esta manera evitar o reducir el uso de insecticidas que dañan el medio ambiente.

– Producir más alimentos para hacer trente a la demanda generada por la sobrepoblación mundial.

– Mejorar el estado nutricional de la población creando alimentos con mayor contenido de vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes.

– Incluir sustancias en los alimentos que eviten el desarrollo de enfermedades crónicas.

Es a principios de la década de los noventa que se empezó a utilizar la ingeniería genética en la producción de alimentos, y para 1994 se comercializa por primera vez en el mercado mundial un tipo de tomate genéticamente manipulado, que como característica tiene un proceso más lento de maduración y ablandamiento que lo hizo más resistente a la descomposición y redujo al mismo tiempo las pérdidas en las cosechas mismas que en condiciones normales superaban el 40%.

Tanto los científicos como las empresas dedicadas a la biotecnología afirman que con-sumir alimentos genéticamente modificados no implica riesgo alguno para los seres humanos y los animales. Se justifican con pruebas de laboratorio, mientras sostienen que los beneficios derivados de esta tecnología son muchos por su potencial para elevar el valor nutricional, la variedad y la eficiencia de la producción.

Algunos de los países que destinan áreas de cultivo a los transgénicos son: Estados Unidos con cultivos de soya, algodón y maíz (66%); Argentina, el principal productor de soya transgénica (23%); Canadá (6%), China (4%); a los que se suman en menor proporción la Unión Europea, Colombia, Honduras y la India.

A nivel mundial, los principales alimentos transgénicos son maíz, soya, colza, algodón, papaya, calabaza, trigo, arroz, uvas y fresas.

LOS TRANSGÉNICOS Y LA SALUD

Mucho se ha hablado sobre los posibles daños que el consumo de estos alimentos puede provocar en la salud. Hay quienes consideran que estos daños no necesariamente son inmediatos, ya que los transgénicos sólo tienen unos diez años en el mercado, y en consecuencia no existen estudios a largo plazo, es decir de 50, 60, 70 años o más que permitan realmente determinar sus beneficios o desventajas.

En este sentido, las asociaciones ecológicas insisten en que se deben seguir realizando estudios a mediano y largo plazo, porque hasta ahora no existen bases científicas para garantizar la seguridad para los agricultores, la salud y el medio ambiente. De hecho, no se descarta que la alteración genética de estas plantas se transfiera a otras, ya que al reproducir se llevan el polen con las nuevas características a otras plantas compatibles o silvestres que pueden a su vez dar origen a nuevas especies.

Las principales preocupaciones con res-pecto a la salud se refieren a las posibles alteraciones químicas o nutrimentales de los alimentos, así como a la posibilidad de que los humanos desarrollen resistencia a los antibióticos, lo cual podría resultar en enfermedades difíciles de controlar y en serios problemas de salud pública.

Los especialistas tampoco descartan la posibilidad de que se desarrollen alergias en la población, ya que todos los genes producen proteínas y al introducir un gen en un organismo origina una nueva proteína.

Por lo anterior, algunas organizaciones ecologistas como Greenpeace están en contra de la manipulación genética de los alimentos porque consideran que ponen en riesgo la salud de la población, los ecosistemas y la economía de los agricultores. Esto ha creado una gran polémica a nivel mundial, donde los expertos en biotecnología aseguran que la posición negativa de los ecologistas detiene la investigación científica y el desarrollo en este campo.

¿ES POSIBLE IDENTIFICAR LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS?

Sólo con pruebas de laboratorio se pueden diferenciar los alimentos transgénicos de los convencionales, ya que desafortunadamente a simple vista no es posible. La solución estaría en que los agricultores y comerciantes lo indicaran por medio de una etiqueta, lo que permitiría al consumidor ejercer su derecho a elegir si quiere o no consumirlos.

LEGISLACIÓN SOBRE TRANSGÉNICOS

Se ha decidido someter a los organismos genéticamente modificados a una estricta reglamentación a nivel mundial para evitar que se crucen con otras variedades no transgénicas, minimizar su impacto sobre el medio ambiente y, sobre todo, resguardar la salud de la población.

Con el Protocolo de Cartagena firmado en mayo del 2000 en Montreal, se pretende regular internacionalmente la transferencia, el manejo y el uso a través de las fronteras de los organismos vivos modificados por biotecnología que puedan tener efectos adversos sobre el uso sostenible de la diversidad biológica.

La Unión Europea ha trabajado arduamente en la legislación sobre el tema y en la actualidad cuenta con leyes estrictas que obligan, entre otros aspectos, a realizar estudios de estos alimentos a largo plazo, a etiquetarlos, así como a regular las licencias para garantizar la salud y el medio ambiente.

¿QUÉ SE ESPERA?

Que el cultivo de alimentos genéticamente modificados cumpla con los objetivos que ofrece esta tecnología, y que tanto la población como los animales se beneficien con su consumo, que la agricultura no dañe al medio ambiente, que se establezcan los posibles daños y, sobre todo, que se sigan investigando las mejores opciones en beneficio del ser humano.

Al mismo tiempo, en la actualidad existen otros alimentos conocidos y etiquetados como “orgánicos” que no son transgénicos, no contienen conservadores, ni saborizantes artificiales y en su cultivo no se utilizan insecticidas, herbicidas, ni fertilizantes sintéticos, por lo que no dañan el ambiente y la salud.

¿Se convertirán los alimentos transgénicos en la comida del futuro?

 

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